Inteligencia
relacional
Marcos
Fidel Barrera Morales
|
Las relaciones soportadas en el intangible axiológico. |
El humano es un
ser de relaciones. Es producto de una relación y se realiza en la medida de sus
vínculos. Por naturaleza, se nace, se pervive y se sobrevive gracias a los nexos, a la
interdependencia existencial, a la interactividad entre congéneres. Y, por supuesto, también
se muere por su causa. Por ello, identidad, existencia y relación se conjugan.
El asunto
relacional es algo de importancia, de necesaria consideración y obligado
estudio, especialmente de personas, instituciones, entidades y programas abocados a la comprensión de lo humano. De igual manera debe ser tenido en cuenta en ciencias y disciplinas donde prime lo antropológico, lo filosófico y el criterio psicológico. Entre tantas consideraciones.
Encuentros
Por medio de las relaciones el humano se descubre a sí mismo. Para esto requiere
descubrir, a su vez, a los demás. En este encuentro, entonces, forja amistad, propicia encuentros, establece convenios, fija acuerdos, precisa asociaciones -la familia, prioritariamente-, establece estructuras, prospecta sociedad. Esto hace de las relaciones asunto crucial
puesto que de la forma como estas ocurren se ordena, entonces, el todo existencial. Por su incumbencia en los aspectos de la vida las relaciones constituyen motivo de felicidad o de
desgracia.
Conocer la
naturaleza relacional es valioso. Propiciar la toma de consciencia de ello, es
necesario. Apelar a estas para la actividad existencial diaria, es inexcusable. De
igual manera lo son la necesaria orientación sobre las mismas, a fin de
precisar las mejores maneras, en el entendido de que la relación
en sí misma no constituye finalidad sino que esta se ordena a otros propósitos, a otra intencionalidad que las trasciende.
Inteligencia
Debe insistirse,
las relaciones no son un fin en sí mismas, sino un medio. Sin embargo, descubrir la finalidad de las relaciones en
la vida de cada quien es responsabilidad existencial propia. Para esto, entre tantas cosas, debe sortear a los interpretadores de las mismas ya que no
faltan teorías que reducen las relaciones a una mera condición economicista, cuando no materialista. También corresponde evadir los discursos que limitan la relacionabilidad al mecanicismo, también a las lecturas idealistas o a las relativamente ofensivas propias del funcionalismo. Sin mencionar las asociadas con el biologicismo. Entre tantos ismos.
Profundizar en
las relaciones, precisarlas y fortalecerlas, además de exigencia, ocasión y
propósito, constituye una verdadera manifestación de integralidad
antropológica, debido a que las relaciones, su comprensión y vivencia
constituyen una forma de inteligencia,
la relacional. Esto, debido a que las relaciones humanas, sociales,
interpersonales –como se les denomine- corresponden a una verdadera actividad
esencial que amerita naturalidad, espontaneidad, por supuesto, pero también
meditación, reflexión, de igual manera que técnica, táctica, estrategia. Además
de lógica, sentido y método.
La sociabilidad, las relaciones
interpersonales, la asociatividad y
todo aquello que exprese la debida vinculación con otros corresponde a una
variable fundamental de carácter humano, necesaria en todo propósito. Saber
relacionarse con los demás constituye una forma de racionalidad. Esto hace que
un parámetro de la
inteligencia humana, según las circunstancias de cada quien, remita a las relaciones humanas. De
ellas prácticamente depende todo. A su vez, por ellas se debe la vida misma.
Luego este asunto ni es trivial ni ocasional ni mucho menos de segundo orden: constituye motivo prioritario de
consideración, digno de ser tenido en cuenta en cada propósito
humano. Especialmente, porque las relaciones humanas, además de esenciales, también permanentes,
son paradójicamente difíciles, volátiles, frágiles. A la vez que amparan lazos
de amistad, de solidaridad y de realización plena, también propician
frustraciones, aislamientos y fracasos. Se nace en la relación y se vive en ella pero la forma de desarrollar la naturaleza relacional de vivenciarla, de ordenarla, constituye una auténtica forma inteligente del ser y del existir.
Proceso
Para las
relaciones interpersonales se requiere de la ayuda de aspectos de orden
intangible, como es lo axiológico. Es que las relaciones son expresión de los
valores y contienen un profundo sentido ético. Claro está, esto no salva de
conflictos ni de contradicciones, por supuesto, pero ayuda mucho en la tarea
personal y colectiva de configurar tejidos de relaciones llamados a fortalecer
la personalidad, a potenciar la identidad y amparar, en última instancia, los espacios existenciales para cada quien.
Las relacionabilidad humana es un proceso. Constituye una constante, matizada por su dinámica, por su complejidad y por las variaciones producto de innumerables matices, eventos, detalles, intenciones. Estos aspectos, entre otros más, obligan a desarrollar habilidades, como también a potenciar rasgos de personalidad que animen el propósito humano de establecer nexos. De ahí que se insista sobre la tesis que anima esta reflexión: las relaciones interpersonales son una forma de inteligencia, susceptible de ser desarrollada, potenciada, magnificada, en aras del propósito siempre vigente de realización personal y, por supuesto, asociativa.
He ahí su significación.
Sugerencia:
Fromm, Erick. 2002. El arte
de amar. Paidós.
Emisora La Cometa. Programa
Espacio abierto. Editorial. 4 de marzo de 2018