lunes, enero 09, 2017

Teoría del universo abismal


Teoría del universo abismal

Marcos Fidel Barrera Morales

En todas direcciones, en todas proporciones, atracción de fondo
La Teoría del universo abismal (MFBM, 2015) constituye el reconocimiento de que la totalidad del cosmos está comprometida en un proceso dinámico, progresista, escalar, capaz de retroalimentarse a sí mismo, en condición de generar una actividad autogestionaria suficiente. Esto, tanto en lo minúsculo como en lo mayúsculo. En lo infinitivamente pequeño y en lo infinitamente grande.
Esta teoría está sustentada en las propias condiciones físicas y energéticas que impulsan a comprender que la percepción expansiva del Universo –Hubble-, comprobada a través de la física, la matemática  y la astronomía –efecto Doppler-, constituye evidencia de la convergencia infinita de la materia y de la energía en un abismo omnidireccional. Una forma de coincidencia en un vasto horizonte, difuso, de oportunidades en el que decantan todas las historias (Feynman).
De esta forma, –a la manera de una cascada infinita, en todas las direcciones-, colapsa el universo entero. Sin embargo, este crash genera, a su vez, un efecto de retroalimentación y de creación, de tal magnitud, que potencia la ampliación de todos los espectros, de igual manera que la creación de universos, en medio de las vastas posibilidades de todo propósito. Es como una suerte de autorreplicación del infinito, en todas las direcciones -caológico, cosmológico-, que no puede ni debe reducirse a coordenadas cartesianas, pues ampara posibilidades abiertas.
La teoría del universo abismal se soporta en las observaciones de la física y aprehende las variadas posturas acerca del origen del universo. Entre tantas, el big bang –Hawking-, el universo estacionario -Bondi, Gold, Hoyle-, el universo en expansión –Guth.- la teoría oscilante del universo –Tolman-, y el quiebre cósmico o big crunch –Hawking-. Estas teorizaciones configuran una única posibilidad novedosa y creativa que puede enunciarse como argumento exponencial, en los siguientes corolarios:
1.     El universo es y está ahí. El ser y el estar tienen la condición de posibilidad: como es, como fue, como puede ser.
2.     El universo se dinamiza, se recrea, se expande de manera vertiginosa. Luego, se regenera a sí mismo.
3.   El universo creativamente colapsa en el infinito como efecto omnidireccional que propicia la insurgencia de energía, de espaciotiempo, de cosmos.
4.     El universo está motorizado por el caos. Por ello, toda evidencia es de caos.
5.     El universo, en consecuencia, es permanente posibilidad, potencialidad, factibilidad, riesgo.
6.     El universo es eterno.

Figura. La metáfora alfanumérica
La Teoría del universo abismal tiene como símbolo de representación el alfa griego, que en su extensión multidireccional -hacia el infinito- crea rizos de retorno y asomos de configuración que remiten a la retroalimentación, en un efecto que conjuga la condición entrópica del universo, en medio de la necesaria consideración sintrópica. Esta admisión sostiene todo propósito cósmico de posibilidad abierta –entropía-, que trasciende la naturaleza isomórfica e isotrópica, en términos de posibilidad, a partir de la manifestación de un algo, definible –sintropía-, ya sea como realidad, ya sea como potencialidad, ya sea como posibilidad e, incluso, cualidad. Esto, según cada momento, oportunidad e historicidad (Neumann). En términos ontológicos, el recurso entrópico-sintrópico-entrópico conlleva toda posibilidad que indique de alguna manera la eventual concreción, la oportunidad real de precisar tanto seres, como entes: el ser en cuanto que es, y el ente en cuanto que existe.
Por ello, en el terreno de lo fáctico -sin reducir la argumentación a este campo-,  la liberación de energía y la potestad heurística del suceso cósmico, vasto, abismal, infinito, se manifiesta a través de cualquier precisión, así mismo que en orden a cualquier posibilidad. Por ello, origen, manifestación, definición, extensión, expansión, colapso, se conjugan, a fin de propiciar la emergencia de la metáfora general que en términos simbólicos, además de matemáticos y geométricos, se representan –para aplicaciones concretas- en la figura toroidal matemática, de extrema complejidad.

Fig. Toroide matemático, cósmico y universal

Este recurso simbólico de soporte matemático configura una metáfora física, conceptual y argumental que remite a la comprensión del universo como espaciotiempo, como evento, realidad y posibilidad, amén de capacidad y potencialidad, que en grado mayor se precipita en un infinito creativo que conlleva la posibilidad cósmica de la propia potenciación. Luego, la expansión, por ejemplo, queda como registro de la ampliación de posibilidades, a la vez que evidencia de la capacidad poiética del universo que tiende necesariamente al abismo de posibilidades… para luego emerger como principio creador.

Barrera Morales, Marcos Fidel:
                2014: Filosofía de la ciencia. Caracas: Quirón.
                2007. Holística. Caracas: Quirón.
Bohm, David. 1998. La totalidad y el orden implicado. Barcelona: Kairós.
Bravo, Silvia. 2001. Plasma en todas partes. México: Fce.
Briggs, John; Peat, Davis:
                1996. A través del maravilloso espejo del universo. Barcelona: Gedisa.
Hawking, Stephen:
                2010. El gran diseño. Barcelona: Crítica
López, Cayetano. 1999. Universo sin fin. Taurus.
Penrose, Roger. 1999. Lo grande, lo pequeño,y la mente humana. U. K.: Cambridge University.
Current Observational Constraints on Cosmic Doomsday (archivo PDF. En inglés)