martes, agosto 02, 2016

Investigación integral


Investigación integral


Marcos Fidel Barrera Morales

Investigación integral: la clave
antropológica (Foto Ciea-Sypal)
El concepto de integralidad está vinculado al reconocimiento de la naturaleza humana, según las dimensiones que la componen. Alude el término a lo complejo, diverso y variado, además de lo constitutivo de algo. Por ello, en la perspectiva de la antropología filosófica, se admite la integralidad como reconocimiento de las variadas dimensiones que componen lo humano, las cuales, si bien pueden ser identificadas casi por separado, conforman cada una de ellas manifestación de unidad interna. Es que el humano en cada oportunidad
que se expresa lo hace como una sola enteridad. Sólo que la evidencia suya radica en los efectos, en las manifestaciones, en las características, y esto remite a las dimensiones que lo constituyen. ¿Cuáles? Pues, una, la dimensión que admite la racionalidad, el pensamiento, la intelectualidad; otra, la que alude a la volición y toca las decisiones; de igual manera, la que concierne a la corporeidad, aquella que tiene que ver también con la emocionalidad y la afectividad; además, la que corresponde a las relaciones, a la sociabilidad; y otra que trata lo trascendente, desconocido, metafísico…

Es importante tener presente que el reconocimiento de la integralidad en cada una de sus manifestaciones conlleva la aceptación de la unidad ontológica, como aspecto esencial. Por ello, en todo momento y oportunidad en que la condición humanan ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽aceptaciual siempre est. se manifiesta, su unicidad, complejidad y multidimensionalidad están presentes. De ahí que el humano que piensa, lo hace integralmente. El humano que actúa, lo hace integralmente. El humano que percibe, siente y se emociona, lo hace integralmente. Igualmente cuando intuye, abstrae, presiente, en fin, en todo cuanto lo expresa.

Claro está, el reconocimiento de la integralidad no es mero idealismo, ya que el reconocimiento de esta -expresiva de la naturaleza humana-, no hace al humano integral, en términos de realización, ipso facto, puesto que la integralidad es, además de condición, un proceso. Aún mas, es una permanente posibilidad. Se vivencia la integralidad a la manera de cada quien, pues, como si fuera poco, corresponde la integralidad también al fuero de las intenciones, de igual manera que al de las decisiones. Por esto, la sola aceptación de la integralidad, constitutivamente hablando, no garantiza la misma en grado absoluto, ya que esta ocurre en el devenir, en la circunstancia, en la situación, en la posibilidad y se manifiesta a la manera del juicio y de las correspondientes decisiones. Por esto, es necesario recalcar que la integralidad también es una opción y, en consecuencia, una importante tarea intuitu personae.

Integralidad e investigación
En torno al quehacer científico, se admite que al estar la actividad investigativa signada por el propósito humano de conocer, la misma se constituye en extensión directa de la condición antropológica integral que en todo momento ambiciona ese propósito. Esto, tal y como lo consagran el decir aristotélico y la tradición filosófica y antropológica que reconoce al humano como un ser abocado a saber. Por esto, sin conocimiento y, además, sin aprendizaje, no hay persona.

En torno a los propósitos científicos, el humano abstrae, desarrolla, conceptualiza, en la medida que también decide, actúa, trabaja. Todo, con la afectividad y la emocionalidad que también lo distinguen. De esta manera, la integralidad humana siempre está presente en la acción y en la omisión, en la decisión y en la abstención, en el pensamiento, en la praxis y en la mediación. 
Es necesario tener presente que en los propósitos humanos la integralidad auspicia lo esencial. Puede sostenerse, entonces, que el acto científico, como extensión de capacidad humana, como actividad esencial, es aras de conocer, es integral: involucra a toda la persona, en su complejidad, en todas sus dimensiones, y expresa la totalidad del efecto antropológico, en la medida de su manifestación. 

La investigación es integral en cuanto que tiene que ver con personas integrales. Por ello, quien otorga la condición de integralidad a la ocupación científica es el humano por su naturaleza multidimensional, a la vez que unitaria, más que por la actividad que cumple o por los productos que emanan de sus acciones. De esta manera, la expresión investigación integral indica que corresponde esta a una actividad que realiza el humano, como expresión suya de muldimensionalidad, complejidad y enteridad. Por ello, para apreciar este criterio íntegro, también amplio, debe comprenderse también el suceso científico con criterio holístico

Investigación integral
En la pragmática científica, la investigación integral es una suerte de concreción del pensamiento y de la acción que, en el acercamiento puntual a un suceso cualquiera, advierte sobre la potencial vastedad del evento de estudio -y de su comprensión-, así como de sus variadas vinculaciones. De ahí que, paradójicamente, sea fácil advertir lo puntual de los eventos, como también el riesgo de dispersión, cuando se estudian. Es que el evento, como expresión de vastedad, en medio de la precisión, es expresión amplia de posibilidades. Este efecto es el mismo que ocurre -exempli gratia-, en física materialista, cuando el científico que estudia el átomo lo hace con la convicción de que se asoma al universo. A través del aparente diminuto átomo estudia el cosmos.
Importa tener presente que la investigación es integral, por tratarse de un proceso -meticuloso, arduo, además de interesante-, que tiene un agente integral como su promotor: el humano. Investigación integral, porque es desarrollada por personas empeñadas en conocer, que en su propósito de indagar y descubrir se soportan de forma natural, espontánea, así como también profesional y deliberada, en toda su capacidad, en la cual siempre están presentes razón, volición, actividad, de igual manera que relación, afecto, sentimiento, imaginación, sentido de contexto y, como efecto mayor, vocación de trascendencia.

Además, integralidad de la investigación, porque la misma es extensión de lo humano, en cuanto a dimensiones, potencialidades y opciones, cosa que permite, a su vez, reconocer un principio de valoración de la investigación y, en consecuencia, de la ciencia: son ciencia e investigación en la medida que permiten que el humano se realice integralmente. De lo contrario, caen en entredicho. Entonces, ciencia e investigación implican inclusión, respeto, atención, consideración: de toda la persona y de todas las personas, en su complejidad humana, integralmente, en sus valores y potencialidades. 

La realización humana, como expresión científica, de investigación, constituye también evidencia de un rasgo mistérico y extraordinario de orden antropológico, según el cual en la variedad -de la particularidad-, en la especificidad de cada quien radica la oportunidad, el privilegio y la responsabilidad -esto acerca este argumento a los principios de identidad,  mismidad y otredad-. Y esto se gana y, a su vez, se aprende, con disciplina, respeto, empeño, propósito, estudio, motivación, decisión... Integralmente hablando.
Caracas, agosto de 2016.

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