Marcos
Fidel Barrera Morales
A Nour Salame H.
Foto: Puerto Ayacucho, Amazonas, Venezuela. Rocas de La Tortuga. |
La prospectiva corresponde a las formas de
visualización que se hacen a partir de futuros, como recurso para la
planificación y para todo propósito que apunte al diseño de 1. lo imaginado, 2.
lo deseado, 3. lo probable, 4. lo posible, 5. lo imposible… En estos aspectos
radica la fuerza de la prospectiva, como recurso para la planificación, pues en
la experiencia de futuro gravita esencialmente la creatividad, la originalidad,
la motivación, -más que el qué hay, con qué se cuenta y cuánto hay, entre otros-. (Siga leyendo)
En su
consideración etimológica, el ver a lo
lejos de la prospectiva obliga a efectuar un acercamiento a futuribles, vistos como eventos que se
conciben, como propósito ejecutivo, aún más, de vida, en un espaciotiempo
determinado, con la convicción de que el modo de hacer del futuro algo viable,
algo realizable, es a través de la
vivencia y el compromiso con ese futuro (Godet. Makridakis. Pasquali. Baena.
Siastoque. Banguero. Barrera).
El modo de
pensar prospectivo tiene implícita su lógica: el estar, que implica un ser -en
este caso, ser y estar asociados con un futuro-, tienen más posibilidad de realización
si se promueven desde la convicción activa del futuro que se concibe. Luego, la
experiencia real, espaciotemporal, es de auténtica anticipación. Esto implica vivenciar
el futuro, hacer del presente la experiencia de futuro, anticiparse, para lo
cual se requiere anclaje, si se quiere existencial, en el futuro. Esto es
determinante, como experiencia psicológica, afectiva, pero más como experiencia
real, fáctica, que expresa en obras y tareas la vivencia del propósito de
desarrollar cualquier iniciativa. Lo anterior, se resuelve de mejor manera en la medida
en que se aplican las técnicas y se elabora el consiguiente plan prospectivo
(Barrera, Marcos. Planificación
prospectiva. Quirón: Caracas).
El
pensamiento prospectivo que se despliega de los intentos de planificación propicia
variaciones substanciales en la forma de ver las cosas, pues ya no se trata de
perspectiva -mirada del presente hacia el futuro-, ni de prognosis -del pasado
al futuro-, sino de futuro mismo. Y desde el futuro, corresponde otear el
presente –pasado-, y el pasado –más pasado, aún-. Es el futuro el gran faro que
ilumina la práctica, el quehacer, la existencia.
La ubicación
vivencial en el futuro a cargo del planificador, del creador, del diseñador,
del artista, hace que la mirada cambie, que el entusiasmo aflore y que las
actividades que se propongan adquieran sentido por la explicación en torno a lo
que está por sucederse, como novedad inmediata. Porque este aspecto es típico
de la prospectiva, como estilo de vida: no se trata de recrear pretéritos, de
actualizar pasados, sino de concebir novedades, originalidades, muchas de las
cuales carecen necesariamente de antecedentes en el presente-pasado.
Claro está,
el aspecto relativo a comprender la prospectiva desde la novedad implica
apreciar esta opción de la planificación como una forma real, abierta, para la
creatividad y las iniciativas de complejidad, indistintamente de la experiencia
de pasado –presente- que desde la mirada perspectivista -del presente/pasado
hacia el futuro- se puedan apreciar. De ahí la circunstancia motivacional que
acompaña todo propósito prospectivo, como lo es el entusiasmo y el optimismo,
además de otros recursos de orden actitudinal y metodológico: organización, propósito,
disciplina, rigurosidad…
Caracas,
junio 16 de 2014
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Barrera Morales, Marcos Fidel. 2010. Planificación prospectiva y holística. Caracas: Quirón.
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