miércoles, diciembre 11, 2013

Naturaleza de la transdisciplinariedad


Marcos Fidel Barrera Morales

Sumario
En este texto se introduce, grosso modo, el tema de lo disciplinario y de lo interdisciplinario, con miras a favorecer la comprensión de lo transdisciplinario como propósito gnoseológico, tanto del científico que se ocupa de las ciencias sociales como de los que laboran en ciencias de la salud, económicas, físicas... En el desarrollo del paper se atienden preguntas, tales como: ¿Qué cosa es la transdisciplinariedad? ¿Cómo se explica? ¿Cuáles son sus manifestaciones? ¿De qué está constituida? ¿Para qué sirve? Una vez señaladas las premisas de la transdisciplinariedad se estudia la relación de esta con el pensamiento holístico, a fin de establecer correlatos que permitan apreciar que una forma de pensar transdisciplinaria tiene como sustrato una comprensión holista del conocimiento. De esta manera se revela la profunda relación que existe entre el pensar holista y la transdisciplinariedad, ya que una y otra se necesitan para afirmar las categorías de saber que les ocupa.

 La naturaleza de la transdisciplinariedad


Este documento recoge inquietudes planteadas en el marco del seminario intitulado El desafío de la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, coordinado por el profesor Pablo Peñaranda Hernández, en el doctorado de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela, Caracas. Corresponde, además, a conferencia presentada en la V Jornadas Internacionales Cultura de la investigación, ética, complejidad y actitud ante la investigación. Universidad de Oriente. Núcleo de Sucre, Cumaná, Venezuela (2011). Aspectos complementados pueden ser estudiados en los libros Filosofía de la ciencia, y Cultura de la investigación del mismo autor, en circulación a partir de enero de 2014.

I
Lo disciplinar

              Suele referirse lo disciplinar a lo eminentemente teórico,  a lo conceptual, por la relación que tiene este término con doctrina. Por vía de la interpretación práctica, lo disciplinar tiene que ver con la actividad que se cumple en el marco de un área del conocimiento, con características de profesión u oficio, y con rasgos rutinarios, normativos y sistemáticos. Corresponde lo disciplinar al conocimiento y a la laboriosidad que en un contexto particular y en torno a un tema se desarrollan. De manera técnica, puede decirse que caracteriza lo disciplinar la pragmática, en relación con cierta metódica,  en correspondencia con una sistemática, en el ámbito de una teorética. Es disciplinar, por ejemplo, lo que concierne a una actividad que se realiza consecutivamente, en torno a un propósito determinado. Es disciplinar la actividad del constructor que día a día cumple su tarea de construir, y de cuya actividad se genera experiencia, conocimiento, ideas y valores. Es disciplinar la actividad que cumple el docente, cuando desde su formación y sus propósitos de cátedra cumple una serie de actividades y desarrolla un cuerpo de ideas. Esto explica que lo disciplinario contenga una riqueza invaluable en contenidos, métodos, tácticas y técnicas, en relación con el aspecto que identifica la disciplina, sea éste economía, ciencias sociales, política, disciplinas de la salud, filosofía, o religión. Sin embargo, ese compendio de aspectos que se conjugan en las disciplinas, y su real perfeccionamiento representa también la dificultad real de lo disciplinario: que sus desarrollos, logros y efectos están circunscritos a la misma disciplina, lo que la hace correr el riesgo del encerramiento cultural pues toda disciplina produce un relativo aislamiento del ejercitador, con respecto a su entorno y a otras disciplinas.
             La crítica devastadora a las disciplinas la hace Michael Foucault al responsabilizarlas de la disgregación del conocimiento, como también al identificarlas como expresión milimétrica de la hegemonía del poder, con propósitos de perversión del derecho social y político. Al respecto, dice que:
Durante el tiempo que ejercen su control y hacen jugar las disimetrías de su poder, efectúan una suspensión jamás total, pero jamás anulada, del derecho. Por regular e institucional que sea, la disciplina, en su mecanismo, es un “contraderecho” Y si el juridismo universal de la sociedad moderna parece fijar los límites al ejercicio de los poderes, su panoptismo difundido por doquier hace funcionar, a contrapelo del derecho, una maquinaria inmensa y minúscula a la vez que sostiene, refuerza, multiplica la disimetría de los poderes y vuelve vano los límites que se le han trazado (1997:226).

               El propósito de perfeccionamiento y la especialización progresiva, esto es, el surgimiento de nuevas disciplinas como producto de la práctica, de la experiencia y del conocimiento que se genera, llevan cada día a que una persona sepa más y más de algo, pero muy poco de todo lo demás. Por eso suele vincularse lo disciplinario con la noción de paradigma, tanto en la expresión griega de perspectiva, como en los variados sentidos con los que Thomas Kuhn la trata en sus obras (1992).

                                                                               II                                                               Lo interdisciplinar

           Como su nombre lo indica, lo interdisciplinario tiene que ver con la actividad que se realiza mediante el intercambio, la consulta y la interacción entre disciplinas, profesiones y oficios. Caracteriza lo interdisciplinar el diálogo de saberes, sin que esa actividad afecte necesariamente el saber de cada quien, pues la gestión interdisciplinar, por lo regular, está subordinada a propósitos prácticos concretos. Cumplido el propósito que anima la actividad entre disciplinas, se regresa a la postura original.
            En el encuentro interdisciplinar cada uno de los participantes mantiene su autonomía profesional, ya que se trata de encuentros y de actividades signados por la participación disciplinaria conjunta a nivel interactivo, sin propósitos de convencimiento forzoso de unos u otros. Esta característica, la de la autonomía relativa, hace de la actitud interdisciplinaria una situación de privilegio, cuando de estudiar problemas concretos entre especialistas se trata, como también cuando de resolver situaciones complejas corresponde. En estos casos, la decisión final por lo regular toca a la instancia disciplinar que convoca. Es parecido a cuando una entidad de gobierno congrega a varios profesionales para escuchar la opinión sobre un evento que le preocupa, y oídas las intervenciones la instancia que llama procede a decidir. Los invitados participan desde su disciplina, pero como es para propiciar la formación de criterio ajeno, entonces se constituye el evento en interdisciplinar. Luego de la consulta, cada quien regresa a su modalidad disciplinar, sin haber sido afectado por las opiniones de otros ni por las disciplinas allí presentes. En este caso, lo interdisciplinar se caracteriza por la variedad de opiniones, por las posibilidades de escuchar desde diversas perspectivas, y por lo regular ninguna de ellas es obligante. Al respecto, Lores Arnaiz admite que cuando se trata de interdisciplina
se apunta a un tipo de cuestiones que requieren de un conjunto de disciplinas independientes para su adecuada solución. Propicia una unión en cierto modo “oportunista”, que no crea lazos indisolubles. Apunta a resolver problemas, aunando resultados, no a desarrollar nuevas leyes” (1999: 562).

Además es bueno tener en cuenta que la interdisciplinariedad puede asemejarse a la multidisciplinariedad, que trata de apreciar un evento a partir de varias perspectivas, con criterio sincrónico, a fin de precisar una comprensión del evento en sí y facilitar las decisiones que competen, en consecuencia. De ahí que la lectura de lo multidisciplinario lleve a reconocer que lo que sucede, luego del acercamiento desde las variadas disciplinas, está determinado por el conjunto de las disciplinas, con la salvedad que no necesariamente interesa producir un efecto integrativo, producto de las percepciones disciplinarias, pues obedece más a un proceso utilitario. Una vez ocurrido el acercamiento multidisciplinario se retorna a la interdisciplinariedad o, en su defecto, a la disciplinariedad.

III. Lo transdisciplinar

El término transdisciplinar tiene sus implicaciones. Presenta su sentido un trasfondo metafísico debido a la construcción etimológica que presenta el prefijo trans -con su significado de más allá-, y el radical disciplinar, relacionado con la práctica inmediata del conocer. Lo transdisciplinar indica el sentido del “más allá” de la formalización disciplinaria y profesional, así como también de los efectos que corresponden, por lo que esto requiere una mayor atención.
El propósito transdisciplinar advierte sobre la posibilidad de ir más allá de las disciplinas que motivan un acercamiento investigativo o una reflexión. Ese “más allá” corresponde a una metáfora con la cual se indica la posibilidad de acceder a otras categorías del conocimiento donde están presentes la creación, la invención, la inferencia, la inducción, la deducción y el insigth -en la forma de Kurt Lewin (1992)-, entre tantas opciones. Este sentido transdisciplinar no necesariamente implica dejar atrás categorías anteriores, ni mucho menos, sino acceder a una cierta superación que está dada por la incorporación del conocimiento que origina tal efecto en un desarrollo inmediato posterior en donde el conocimiento originario queda integrado y reconocido en un nuevo saber -aunque en oportunidades se exprese esa nueva versión del conocimiento a través de categorías semánticas notablemente diferentes-.
De esta manera, lo transdisciplinario alude a la posibilidad de ir más allá de la propia especificidad profesional a fin de incorporar a la propia matriz disciplinar un sentido trascendente propio, como también lo que resulta del diálogo fructífero con variadas ciencias. Corresponde la transdisciplinariedad, entonces, a la capacidad integrativa que del conocimiento se hace entre disciplinas -sea desde la inter o la multisciplinariedad-, en aras de trascender la propias disciplinas. Esto obliga a considerar que la transdisciplinariedad tiene como transfondo las concepciones acerca de la multidimensionalidad, la integralidad, la trascendencia y la complejidad, tanto de la realidad como del conocimiento comprometido en este propósito gnoseológico y, a su vez, experiencial. El sentido de complejidad que aquí se alude lo explica Theilard de Chardin, a raíz de sus investigaciones antropológicas realizadas al inicio del Siglo XX y publicadas antes de 1950, que recoge en una de sus obras representativas, El porvenir del hombre:
Por complejidad de una cosa entendemos, si ustedes quieren, la cualidad que esta cosa posee de hallarse formada:
1.     Por un número mayor de elementos.
2.     Más estrechamente organizados entre sí.
Desde este punto de vista, un átomo es más complejo que un electrón, una molécula más compleja que un átomo, una célula viva más compleja que los núcleos químicos más superiores que encierra; la diferencia de un término a otro no depende sólo (insisto) del número y la diversidad de los elementos englobados en cada caso, sino que depende tanto al menos del número y de la variedad correlativa de las ligazones establecidas entre estos elementos. Por tanto, no simple multiplicidad, sino multiplicidad organizada. No simplemente complicación, sino complicación centrada” (1967: 132).

Si se parte de apreciar la interactividad disciplinar e interdisciplinar como complejidad, incluida en esta la noción de integralidad (Barrera, 2002), entonces, se justifica una noción de trascendencia de las cosas y del conocimiento, que por sus características, evidencias y posibilidades se da como transdisciplinariedad. En consecuencia, el pensamiento  trasdisciplinario conlleva la elaboración de constructos capaces de integrar varias disciplinas y conocimientos, de manera lógica, progresiva, coherente y armónica, como también la apertura conceptual, intelectual y afectiva, a cargo del investigador, que permita reconocer distintas maneras de percibir la realidad, como también reconocer variadas dimensiones de la misma, las cuales pueden ser estimadas según la manera de cada quien y de acuerdo al lenguaje de cada disciplina. De ahí que la actitud que acompaña la transdisciplinariedad está caracterizada por la apertura, el esfuerzo sea elaborado con propósitos integrativos, y la esperanza está centrada en la heurística.
La transdisciplinariedad propicia la reflexión, el diálogo y la relación entre ciencias, modos y estilos, y propicia que las formas expresivas ocurran a través de las variantes que cada ciencia aporta, claro está, de acuerdo a los desarrollos que cada investigador haga y según los propósitos de cada investigación. Al respecto, la Carta de la transdisciplinariedad, en su artículo 5, dice:
La visión transdisciplinaria es decididamente abierta en la medida que ella trasciende el dominio de las ciencias exactas por su diálogo y su reconciliación, no solamente de las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la experiencia interior (1994).

No es la transdisciplinariedad una suerte de indisciplinariedad, bajo el argumento de que si la disciplina propicia el reduccionismo y lo interdisciplinar impide la integración interteorética, la transdisciplinariedad, entonces, constituye una suerte de indefinición disciplinar, pues da paso a toda posibilidad, sin que exista la urgencia de precisar alguna opción, lo que genera una constante de incertidumbre. Esta postura justifica un falso holismo representado en la vastedad del conocimiento, en la ausencia de fronteras y en el espontaneísmo conceptual. Este superholismo subyacente admite que lo transdisciplinario corresponde a la vivencia del “todo”, lo que llevaría a una indefinición de lo disciplinario bajo la excusa de que lo transdisciplinario no admite disciplina alguna para evitar el reduccionismo que toda adjetivación del conocimiento entraña. Este aspecto obliga a reflexionar sobre la holística, a fin de esclarecer que la transdisciplinariedad no es una suerte de holismo, ni superholismo, como tampoco indisciplinariedad, sino una manera formal de conocer, necesaria para acceder a otros niveles de complejidad y de conocimiento, sustentada en las premisas del pensamiento holístico.

IV. La condición holística

El tema de la holística ha estado presente en la historia de la filosofía. Los intentos de los primeros filósofos está relacionado con el estudio de la totalidad y de sus manifestaciones, de ahí que expresiones como kaos y kosmos se constituyen en evidencia de ese propósito (Prigogini, 1999; Brigs y Peat, 1994). Para los antiguos, la forma de representar la totalidad es el kaos, y la manera como reconocen esa totalidad, en su conjunto -lo que en su momento Aristóteles recoge en su Metafísica bajo la aseveración de que el todo es mayor que la suma de las partes- (2000), es a través del kosmos.
Kaos y kosmos, dos expresiones indicadoras de totalidad, son manifestaciones genuinas del intento filosófico de entender la realidad. Kaos, como caverna, como amplitud, como indefinición y como espacio insondable. Como el gran espaciotiempo que contiene posibilidad de posibilidades. Y  kosmos como orden, como simetría, como referente ontológico del kaos.
Si existe algo muy propio de la holística es el reconocer que el todo (hol, holo), como absoluto, es una forma de nada. De ahí que la noción de nada, en términos del Génesis, es sinónima de todo, pero al respecto hay que insistir en que el todo, como todo, ¡es nada! Para que exista algo, debe efectuarse una distinción con respecto a la totalidad, por lo que la totalidad permanece como condición existencial previa a ese algo. ¡Es a través del algo como el todo se manifiesta y es a través del todo como el algo se explica! Esto lleva a reconocer algo fundamental en el pensamiento holístico, como lo es que el “algo”, en este caso la cosa, el objeto o el evento, constituye evidencia del todo… ¡pero no es el todo! Aquí se debe apelar al principio holográfico de la holística (Barrera, 2006), según el cual el evento contiene el todo, que el evento es expresión del todo, que se explica por el todo, pero no constituye la totalidad, aunque es la totalidad la que permite descubrir el sentido de esa singularidad. David Bohm lo explica en sus obras y advierte que “uno puede quedar perplejo ante una gran cantidad de factores como cosas que no encajan hasta que súbitamente se produce la comprensión y se puede ver que todos aquellos factores están relacionados como aspectos de un todo” (1998:35). A esa misma situación alude Chardin (op.cit.), en sus acercamientos al constitucional antropológico.
La forma más viable para reconocer el todo es mediante la atención en un evento cualquiera, sin perder de vista que es la totalidad la que explica la particularidad. Por ejemplo, se puede estudiar el niño como niño, aunque el estudio como tal obedece a la condición de la naturaleza y de la totalidad humanos, que permiten apreciar, distinguir y caracterizar la condición del niño que se está estudiando, con base en la universalidad de todos los niños. Y esta característica es tan especial en cada caso -la del niño particular en medio de la condición universal-, que es única, es exclusiva en todos y cada uno de los casos de niños que se estudien. El niño, amparado bajo la condición universal de su ser, expresa esa condición universal como particularidad. En clave poética, el escritor venezolano Andrés Eloy Blanco lo expresó cuando sostuvo que Los hijos son infinitos (1997):
Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa
y al niño gringo que carga la criolla
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.


V
Relaciones entre pensamiento holista, lo disciplinario y lo transdisciplinario

Como corresponde la holística a una propuesta basada en la integralidad, a partir de una noción trascendente de la realidad, de la ciencia y del conocimiento, los criterios de estudio están determinados por dicha integralidad y trascendencia, lo que hace que la forma de pensar de la holística esté signada por esa condición.  En palabras de Krhisnamurti, pensar holísticamente es ver las cosas holísticamente (Barcelona, 1984), lo que conlleva capacidad perceptual y aprehensiva destinada a apreciar las cosas desde su mayor amplitud, lo que obliga al observador a abrirse hacia variadas posibilidades del conocimiento. Conocer desde la holística exige, entre tantos otros requerimientos, la apertura suficiente para reconocer que los eventos son dinámicos, multidimensionales y complejos; que la complejidad (Morin, 1998) para ser percibida ha de verse desde matrices del conocimiento igualmente complejas, cosa que obliga a una postura de transdisciplinariedad, ya que desde la simple disciplina se corre el riesgo del reduccionismo, pese a la bondad y a la potencialidad que ésta encarna. Para apreciar las cosas de manera holística ha de acudirse -en consonancia con algunas tesis suministradas por la Unesco-, una transdisciplinariedad entendida como transcomplejidad (2007).
Reconocer el recurso integrativo del pensamiento, como también la necesidad del pensamiento transdisciplinario, facilita el acercamiento y la comprensión a las prácticas del pensamiento holístico. La totalidad, que se expresa como evidencia, se aprecia de mejor manera cuando esa evidencia se estudia a partir de sus rasgos de integralidad, y para ello se requiere un acercamiento  transdisciplinario, que desde el punto de vista técnico y pragmático conduce a reconocer paradigmas y a trascender los paradigmas mediante la precisión de sintagmas (Barrera, 2005).


                                                                             VI

                                                    A manera de conclusiones

Disciplinariedad, interdisciplinariedad, multidisciplinariedad y transdisciplinariedad son expresiones empleadas para indicar en todo momento categorías del conocer, como también formas prácticas e interactivas de dichas categorías. De ahí la importancia de ellas pues todas y cada una remiten al conocimiento, lo que las hace válidas, como también a experiencias muy particulares. Sin embargo, cada una de estas categorías semánticas tiene sus visos, características y exigencias, lo que obliga a estudiarlas con más detalle. Este acercamiento propicia el análisis real de los procesos que acompañan a cada una y el conocimiento de las situaciones que la acompañan, para lo cual ha de acudirse a variados principios, algunos derivados dela complejidad y otros de las precisiones holistas de la ciencia.
Lo disciplinario corresponde a una particular manera del arte de lo cognoscible, y a una cultura propia de un tipo de saber que en la medida que se desarrolla da aportes extraordinarios. De esta forma se crean las ciencias, las disciplinas y se producen innumerables aplicaciones tecnológicas. Lo transdisciplinario, por su parte, obliga a una apertura hacia las disciplinas, hacia su conocimiento y hacia el establecimiento de formas relacionales integrativas, a fin de descubrir en ese proceso lo que está más allá, aquello que muchas veces no se aprecia a simple vista, que bien puede ser germen de nuevas iniciativas. Corresponde casi al advenimiento de una metaciencia, donde las variadas disciplinas convergen a fin de esclarecer nuevas realidades, a partir de una mirada distinta.
Es lo transdisciplinario una opción abierta hacia las ciencias -tanto físicas, como filosóficas y sociales, que en algún momento de la historia fueron desvinculadas unas de las otras-, a fin de facilitar el descubrimiento de los aspectos que determinan el tramado del conocimiento. Ciencias que pese a permanecer en cierto grado ocultas son siempre necesarias a la hora de pretender explicar el por qué de las cosas.
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Referencias
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" Este documento recoge inquietudes planteadas en el marco del seminario intitulado El desafío de la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, coordinado por el profesor Pablo Peñaranda Hernández, en el doctorado de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela, Caracas. Corresponde, además, a Conferencia V Jornadas Internacionales Cultura de la investigación, ética, complejidad y actitud ante la investigación. Universidad de Oriente. Núcleo de Sucre, Cumaná, Venezuela. Aspectos complementados pueden ser estudiados en los libros Filosofía de la ciencia, y Cultura de la investigación (2014) del mismo autor, en circulación a partir de enero de 2014.


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