sábado, diciembre 14, 2013

La investigación como ciencia


Marcos Fidel Barrera Morales


Tema expuesto por el autor en el marco del programa doctoral de la Universidad Central de Venezuela. Seminario de investigación de investigación del Dr. Rafael Ramírez. El tema se desarrolla más ampliamente en el libro Cultura de la investigación, 2014.


Los científicos de distintas disciplinas actualmente
se forman en la ciencia auxiliar como es la investigación
y la metodologia. En la foto, vista parcial de investigadores
de la Universidad de Los Andes, Mérida, del
Programa para la formación científica de investigadores
Ciea-Sypal 2013-2014.
El conocimiento que histórica, progresiva y permanentemente se genera con respecto a la investigación, sus métodos, técnicas y procedimientos, especialmente los aportados desde la comprensión sintagmática y holística (Hurtado, 2012), propician el reconocimiento de una verdad que cada día se fortalece: la investigación -sus métodos, teorías, modelos, procesos, recursos, tácticas y estrategias-, constituye una ciencia.
Para argumentar este postulado se deben tener en cuenta los aspectos que a nivel del conocimiento y de la filosofía se precisan como constitutivos de una rama del saber y de la práctica científica, a fin de ser aceptada como ciencia, tales como cuerpo de ideas, teorías, axiomas, valores, métodos, técnicas, autores, procedimientos, constataciones, umbral de expectativas... Miles de libros, cientos de autores, ideas por doquier, infinito número de investigaciones, innumerables eventos y permanentes logros científicos así lo atestiguan.
Este aspecto lo comprenden cada día más quienes se dedican a hacer de la ciencia un estilo de vida, como también quienes saben que no basta un título académico o una pretensión de investigador, para ser considerados científicos e investigadores. Corresponde, para lograr la categoría de investigador, aún más la de metodólogo, un esfuerzo importante a fin de comprender muchos aspectos que componen tanto la teorética, como  la pragmática científica. El desconocimiento de ellos, o de tan sólo uno, afecta cualquier trabajo y propicia que se tergiverse el sentido de las investigaciones.
Años atrás, la actividad de indagación se consideraba un mero procedimiento de las ciencias, y un recurso de las mismas en su propósito de conocer. Aún más, la tendencia metodologista -que asociaba el quehacer académico con la aplicación de un único método denominado científico-, eximía al investigador de la necesidad -que se manifestó después con ímpetu- de argumentar con respecto a los recursos metodológicos, como también la explicación sobre puntos que en un época eran imposibles de comprender de mejor manera: tipo de investigación, diseño metodológico, abordaje, también método de la investigación, técnicas, instrumentos y, lo que es más complejo, fundamentación epistémica del modelo científico desde el cual se ejercita la investigación.
Con respecto a la cualificación profesional, otrora se daba por sentado que una persona con título académico, especialmente de postgrado, tenía rango de investigador. Tardíamente la misma academia se dio cuenta del error de esta presunción, pues justamente se percibió que no pocos denominados conocedores de los aspectos formales de la investigación, en cuanto a teoría, recursos y procedimientos, presentaban falencias de tal magnitud que justamente hacían difícil la investigación, cuando no entorpecerla.
Las dificultades en materia metodológica en cuanto a la comprensión de la actividad científica se manifiestan de mayor manera cuando en una investigación se encuentran protagonistas reales: investigador, asesor, tutor (institucionalidad), consultor y personas del contexto social en el cual se inscribe la investigación, y en ese encuentro afloran disparidad de criterios, enfoques diversos y opiniones variadas en torno a los aspectos que definen como científica una investigación, como también los que determinan la validez de los métodos y de los procesos seguidos. Por lo regular aparece un sobreentendido que admite que la simple utilización de un método es garantía de éxito para todo tipo de investigaciones. Sin embargo, resulta que esa afirmación, además de temeraria revela un riesgo importante, pues un método que es válido, por ejemplo, para una investigación confirmatoria, no puede necesariamente serlo para una descriptiva o para una interactiva. Lo mismo ocurre cuando se aplica un único método para una investigación, por ejemplo, explicativa y luego se intenta aplicar para una investigación predictiva, o para una evaluativa o una analítica... La misma preocupación se presenta cuando no se cuidan aspectos relacionados con la arquitectura de la investigación, como es el caso de una investigación cuyo diseño, por ejemplo, es evolutivo de fuente mixta, ante otra de diseño retrospectivo de fuente documental, que coinciden porque atienden el mismo evento y, además, obedecen a un mismo tipo de investigación, ¡pero que realmente son dos ejercicios de investigación completamente distintos! Al respecto hay que decir que se reconocen más de diez tipos de investigación (cfr. Hurtado, Jacqueline. 2012. Metodología de la investigación. Bogotá. Caracas: Quirón), por lo menos 50 diseños (que por la combinatoria superan 500 modalidades), sin olvidar seis abordajes metodológicos distintos, técnicas, instrumentos, modelos epistémicos (Barrera, Marcos. 2012. Modelos epistémicos en educación e investigación. Caracas: Quirón)…
Otro aspecto tiene que ver con la formulación del objetivo de toda investigación, pues el simple cambio de una palabra en su enunciado –cosa frecuente entre tutores y asesores-, ¡puede significar un giro radical capaz de conducir a una investigación distinta! Lo grave es que por lo regular esa especie de detalles no se observan con atención. Por ejemplo, el investigador puede indicar que el objetivo tiene que ver con describir las ideas y los valores presentes en un grupo cualquiera. Si el tutor, o el asesor, sugiere que sea cambiado el verbo por cualquier razón, y propone, entonces, estudiar las ideas y los valores, con el sólo cambio de esta palabra la investigación que era descriptiva pasa a analítica, y la ambigüedad en la precisión la puede hacer creer que sea una investigación explicativa. Corresponde, entonces, al investigador, en diálogo con el asesor y el tutor, precisar exactamente qué tipo de investigación se trata, para en consecuencia, precisar los demás aspectos formales de la investigación (Hurtado, Jacqueline. 2012. Formulación de objetivos de investigación. Caracas: Quirón).
Claro, en algunos contextos la formulación de objetivos no tiene mayor importancia, especialmente porque se carece de derroteros, a la manera de Séneca, cuando advertía que para quien no tiene dirección, no le importa en qué dirección soplan los vientos. Pero para quien le es importante precisar tanto de dónde se viene como para dónde se va, el fijar objetivos es imprescindible. Con ellos se organiza prácticamente todo, así sea el objetivo más básico, como lo es explorar, pues hasta para la exploración el investigador debe prepararse. Si un investigador formula su objetivo, se anticipa así a la meta, prefigura el viaje y se prepara mejor para su ejercicio científico, incluso ante los imponderables, pues una cosa es el objetivo, esto es, saber para dónde se va, y otra es el cómo y el con qué, asuntos que se resuelven con ayudas, recursos y efectos metodológicos, tácticos y estratégicos, tendientes a la resolución de imprevistos. Una vez que los objetivos se resuelven se transforman en auténticos aliados, pues de ellos se desprende el tipo de investigación, se conoce el evento de estudio, se determina el diseño metodológico, se precisan las fuentes, se advierte sobre el algoritmo a seguir, se insinúan los instrumentos a desarrollar, e incluso se avistan las conclusiones.
Lo anterior explica el por qué existe tanta dificultad cuando los protagonistas de la investigación tratan de afinar la misma en todos los aspectos que la conforman, sin estudio previo y sin fuentes confiables. Lo que hace que se estudie la investigación –en cuanto a todos los aspectos que la componen-, con criterio propio, como existencia real y como precisión necesaria para el arte de hacer ciencia.
Es importante precisar la riqueza de opciones, la variedad de recursos, la creatividad metodológica, las técnicas, la amplitud de opciones y la fecundidad intelectual que esta actividad científica genera, suficientemente constitutivos de un corpus metodológico y conceptual digno de ser apreciado como ciencia: una ciencia auxiliar de todas las demás ciencias, pero para cuya comprensión se requiere dedicación, tiempo, esfuerzo, disciplina, motivación, recursos…
Como ciencia, la investigación contiene teorías, tradición, argumentación y recursos metotactécnicos suficientes que permiten profundizar en las explicaciones referidas a cada investigación, de manera que el investigador puede precisar su trabajo, definir mejor lo que quiere y realizar una investigación cuyos resultados que se esperan, más que de línea gruesa, sean de resultados más finos, cuando de cuidar detalles, rigurosidad y profundidad se precisa. En el desarrollo del pensamiento científico pueden apreciarse ideas, filosofía, métodos, técnicas y procesos de conceptualización, así como variadas opciones relacionadas con la manera de conocer, de cotejar dicho conocimiento y de difundirlo. Material suficiente para amparar el corpus general de ideas, contenidos y valores de una ciencia llamada investigación.

Los temas expuestos se pueden ampliar en las siguientes obras:
Barrera Morales, Marcos Fidel:
(en imprenta) 2014. Filosofía de la ciencia. Caracas: Quirón.
2012. Modelos epistémicos en educación e investigación. Caracas: Quirón.

Hurtado, Jacqueline:
2012. Metodología de la investigación. Bogotá. Caracas: Quirón).
2012. Formulación de objetivos de investigación. Caracas: Quirón).
 

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