jueves, enero 25, 2018

Leer el pensamiento



Leer el pensamiento


Marcos Fidel Barrera Morales

Pensar y decir están relacionados. Sin embargo, pensamiento y habla tienen relativa autonomía. De esta forma, el habla se perfecciona en la simultaneidad de su expresión y el pensamiento se potencia en la medida que se manifiesta como palabra.


Una de las tecnologías interesantes, por lo demás controversial, que se asoma en este milenio tiene que ver con la capacidad tecnológica de leer el pensamiento. Se estima que las máquinas para leer el intangible que habita en la cabeza de cada quien, de impronta neurocerebral, estarán al alcance de interesados en pocos años. Eso de poder acceder al constructo caológico ficcional –Ccf- de cada quien, a fin de saber lo que se piensa en tiempo real, es asombroso. Sin embargo, no deja de asustar a unos y otros. 

Cambio importante de percepciones.
De ocurrir tal suceso tecnológico, el humano recibirá un sacudón en su forma de ser, ergo de pensar y de actuar, porque en materia de impresiones, conceptos, sentires, presunciones y elaboraciones, todo de orden conceptual, hasta el momento lo que ocurre en cada quien todavía es del fuero propio. Si se cristaliza tal artefacto, ya no será posible guardar secretos: se descubrirá la faceta íntima, a veces oculta, de cada quien. Al principio se precisará lo correspondiente a la emocionalidad y al dominio de las impresiones fuertes y, posteriormente, lo que tiene que ver con la sutileza lógicoperceptiva, de igual manera que lo concerniente a las elaboraciones intelectuales de mayor complejidad.

Con tal posibilidad técnica es posible imaginar las situaciones propias de la cotidianidad, seguidas a través del testeo mutuo. Por ejemplo, cómo ocurre la simple presentación de dos personas que en la medida que progresan en sus disertaciones, deliberada o espontáneamente, recrean en su imaginación formas, sentires y afectos –cuando no efectos-, a la manera de un lenguaje doble y, a la vez, simultáneo: el que ocurre en la dicción y la corporeidad y el que transita en el registro neurológico como evidencia de la actividad perceptiva discreta. En otro caso, es factible visualizar un mitin político con un auditorio que en tiempo real chequea las ideas de los oradores y percibe, así, la correspondencia entre lo que estos plantean, con aquello que imaginan, sienten, temen, en fin.

Es indudable: la pretensión en torno al ansia moralista de adecentar las relaciones, lo mismo que el interés morboso por saber lo que cada quien concibe en su re-creatividad psíquica, se unen a la capacidad de saber, de cada quien, aquello que conforma realmente el cuerpo de intereses, inquietudes, valores, preocupaciones. Es que eso de indagar sobre las elaboraciones incógnitas de cada quien trae cosas extraordinarias, a la vez que peligros mayúsculos. Por un lado, está presente la cultura positivista de constatación empírica de saberes -más ideología que conocimiento-, alegoría benthamista y foucaultiana de las intenciones panópticas. Por otra parte, el interés de sectores de poder en descubrir enemigos aparentes, igual que detractores y críticos. De igual manera, los regímenes totalitaristas interesados en lograr el sueño de todo dominador: el control interno, psicológico, absoluto. 

¿Y qué decir de la aplicación de esta tecnología en las vertientes religiosas ocupadas en detectar el mal, descubrir los demonios y acusar las supuestas desviaciones? ¿Y qué de los apetitos industriales en pos de los deseos consumistas de potenciales compradores? ¿Y esta tecnología en la actividad intrafamiliar? ¿Y en las relaciones laborales, en los ambientes educativos? En las actividades de espionaje, control y vigilancia ciudadana? ¿Y en las simples relaciones de pareja?

De darse tal tecnología –en medio del optimismo de la ciencia, de las aplicaciones neurológicas y de la simbiosis entre sinapsis y registro computarizado-, el humano deberá prepararse adecuadamente, pues pudiera estarse gestando una forma comunicacional distinta: la proveniente de la psiquis, del intelecto, de la interioridad psicológica, lo que deja, entonces, el habla para otros efectos de orden secundario, como lo es refrendar lo ocurrido en el reino de la elaboración intrapsíquica, de tanta importancia y nueva evidencia…
[A propósito: La lectura de este texto bien pudo haberse seguido a través de la forma denotativa de categoría semántica o a partir de la actividad neurológica de quien la produjo y dejó trazas comunicacionales de este interesante juego entre lo que yace y lo que subyace…].

Marcos Fidel Barrera Morales
Bogotá, 25 de enero de 2018
Marfibamo@outlook.com

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