Leer el pensamiento
Marcos Fidel Barrera Morales
Pensar y decir están
relacionados. Sin embargo, pensamiento y habla tienen relativa autonomía. De
esta forma, el habla se perfecciona en la simultaneidad de su expresión y el
pensamiento se potencia en la medida que se manifiesta como palabra.
Una de las tecnologías
interesantes, por lo demás controversial, que se asoma en este milenio tiene
que ver con la capacidad tecnológica de leer el pensamiento. Se estima que las
máquinas para leer el intangible que habita en la cabeza de cada quien, de
impronta neurocerebral, estarán al alcance de interesados en pocos años. Eso de
poder acceder al constructo caológico ficcional –Ccf- de cada quien, a fin de
saber lo que se piensa en tiempo real, es asombroso. Sin embargo, no deja de
asustar a unos y otros.
Cambio importante de percepciones. |
De ocurrir tal suceso
tecnológico, el humano recibirá un sacudón en su forma de ser, ergo de pensar y
de actuar, porque en materia de impresiones, conceptos, sentires, presunciones
y elaboraciones, todo de orden conceptual, hasta el momento lo que ocurre en
cada quien todavía es del fuero propio. Si se cristaliza tal artefacto, ya no
será posible guardar secretos: se descubrirá la faceta íntima, a veces oculta,
de cada quien. Al principio se precisará lo correspondiente a la emocionalidad
y al dominio de las impresiones fuertes y, posteriormente, lo que tiene que ver
con la sutileza lógicoperceptiva, de igual manera que lo concerniente a las
elaboraciones intelectuales de mayor complejidad.
Con tal posibilidad técnica
es posible imaginar las situaciones propias de la cotidianidad, seguidas a
través del testeo mutuo. Por ejemplo, cómo ocurre la simple presentación de dos
personas que en la medida que progresan en sus disertaciones, deliberada o
espontáneamente, recrean en su imaginación formas, sentires y afectos –cuando
no efectos-, a la manera de un lenguaje doble y, a la vez, simultáneo: el que
ocurre en la dicción y la corporeidad y el que transita en el registro
neurológico como evidencia de la actividad perceptiva discreta. En otro caso, es factible visualizar
un mitin político con un auditorio que en tiempo real chequea las ideas de los
oradores y percibe, así, la correspondencia entre lo que estos plantean, con
aquello que imaginan, sienten, temen, en fin.
Es indudable: la
pretensión en torno al ansia moralista de adecentar las relaciones, lo mismo
que el interés morboso por saber lo que cada quien concibe en su re-creatividad
psíquica, se unen a la capacidad de saber, de cada quien, aquello que conforma realmente
el cuerpo de intereses, inquietudes, valores, preocupaciones. Es que eso de
indagar sobre las elaboraciones incógnitas de cada quien trae cosas extraordinarias,
a la vez que peligros mayúsculos. Por un lado, está presente la cultura positivista
de constatación empírica de saberes -más ideología que conocimiento-, alegoría
benthamista y foucaultiana de las intenciones panópticas. Por otra parte, el
interés de sectores de poder en descubrir enemigos aparentes, igual que
detractores y críticos. De igual manera, los regímenes totalitaristas
interesados en lograr el sueño de todo dominador: el control interno,
psicológico, absoluto.
¿Y qué decir de la
aplicación de esta tecnología en las vertientes religiosas ocupadas en detectar
el mal, descubrir los demonios y acusar las supuestas desviaciones? ¿Y qué de
los apetitos industriales en pos de los deseos consumistas de potenciales compradores?
¿Y esta tecnología en la actividad intrafamiliar? ¿Y en las relaciones
laborales, en los ambientes educativos? En las actividades de espionaje,
control y vigilancia ciudadana? ¿Y en las simples relaciones de pareja?
De
darse tal tecnología –en medio del optimismo de la ciencia, de las aplicaciones
neurológicas y de la simbiosis entre sinapsis y registro computarizado-, el
humano deberá prepararse adecuadamente, pues pudiera estarse gestando una forma
comunicacional distinta: la proveniente de la psiquis, del intelecto, de la
interioridad psicológica, lo que deja, entonces, el habla para otros efectos de
orden secundario, como lo es refrendar lo ocurrido en el reino de la
elaboración intrapsíquica, de tanta importancia y nueva evidencia…
[A
propósito: La lectura de este texto bien pudo haberse seguido a través de la
forma denotativa de categoría semántica o a partir de la actividad neurológica
de quien la produjo y dejó trazas comunicacionales de este interesante juego
entre lo que yace y lo que subyace…].
Marcos Fidel Barrera Morales
Bogotá, 25 de enero de 2018
Marfibamo@outlook.com